26 Mayo 2014
A principios de los 90, la carrera universitaria de moda. Hoy es de las más afectadas por el body shopping» laboral.
A principios de los 90 la carrera universitaria de moda era la informática. Más de dos décadas después, tras haber sufrido la crisis del «dot com» y la propiciada por el derrumbe del sector de la construcción, algunos apuntan a que la informática ya no es el «chollo» de antes.
Estudiar informática hace varios años significaba que saber montar una página web te garantizaba un buen puesto de trabajo. Pero hoy existen múltiples cursos, incluso online, que te enseñan precisamente esas habilidades. «El problema es que cualquiera se cree ya informático», afirma Miguel Ángel Díaz, estudiante de doctorado en telemática para IMDEA Networks Institute. «Antes las empresas contrataban a personas específicamente para diseñar una página web o configurar los ordenadores de las oficinas», explica. Hoy ese tipo de labores se ha convertido casi en conocimiento generalizado.
Asimismo, el sector de la informática ha sido uno de los más afectados por la práctica laboral del «body shopping». Traducido literalmente, significa «compra de cuerpos» y es que la fluidez con la que ciertas empresas contratan y despiden grupos de informáticos refleja la superficialidad del término. Sin embargo, es una mala práctica que ha afectado a un grupo específico de informáticos, o más bien, a la concepción antigua que se tiene del informático que sale de las universidades.
La segunda tasa más alta de empleo
A un año de haber terminado su formación universitaria, Díaz afirma que la experiencia de sus compañeros de clase ha sido tan positiva como la suya. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que analiza los subfactores que componen los últimos datos de la EPA corroboran sus palabras. Según el informe, las personas cuya especialidad era la informática presentaron la segunda tasa más elevada de actividad, por encima del 86%. Un dato positivo si no fuera porque él achaca haber encontrado empleo gracias a que buscó por su cuenta cursos especializados en la programación de aplicaciones móviles (apps).
Un ciudadano cualquiera ahora sabe lo que un informático graduado de los 90
«El mercado cambia más rápido que la enseñanza», explica. Ser una profesión tan ligada al desarrollo de la tecnología es algo tan positivo como lo es negativo. «Vamos construyendo los unos sobre los otros. Otro ingeniero siempre va a necesitar la misma fórmula». Precisamente porque la informática se rige bajo la máxima de «la búsqueda de lo fácil» ha podido mantenerse como una necesidad en el mercado laboral. Y por esa misma regla de tres los requerimientos de un profesional de este campo evoluciona a una velocidad vertiginosa. «Un ciudadano cualquiera ahora sabe lo que un informático graduado de los 90», afirma Díaz.
Para Alejandro Calderón, doctorado en ingeniería informática: «no sobran titulados, falta industria». Calderón entró a la carrera de ingeniería informática a principios de los 90. Reconoce que en sus años universitarios sí podía haber la creencia de que sus estudios era un «chollo» pero también hace hincapié en que el contexto era muy distinto al actual. Hasta 1993, solo existían tres facultades en la capital que ofreciesen su carrera como tal y, más notable aún, en aquellos años su promoción solo estaba compuesta de 17 graduados. Graduados, que no estudiantes, ya que recuerda como habían compañeros de clase que nunca llegaban a entregar el trabajo de fin de carrera por haber encontrado un puesto fijo antes siquiera de haber finalizado sus estudios.
Lamenta que en los «tiempos de bonanza», españa se centró en buscar la rentabilidad de la industria y destruyó empleo en sectores como la agricultura ya que resultaba más barato comprar ese tipo de productos del extranjero. Sin embargo, esta destrucción laboral no se compensó con la potenciación de otros sectores y ahora, en tiempo de crisis, todo el peso recae en el turismo.
No obstante, no se muestra preocupado con el futuro de su profesión. Es consciente de la ventaja que tiene la flexibilidad de su oficio. «Hay muchísima dificultad para montar empresas pero son muchos los casos de ingenieros que, durante el paro, trabajan en el diseño propio de una aplicación y se acaba convirtiendo en una opción laboral».
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